Nutrición

Mantener una buena nutrición en la tercera edad

Ahora que se acerca el verano, nunca debemos menospreciar la importancia de una buena nutrición, especialmente en nuestros seres queridos más mayores.

Como edad de referencia para realizar dietas, se considera que una persona entra en la etapa de vejez a los 65 años, estableciendo tres subgrupos en base a su nivel de actividad medio:

  • Ancianos jóvenes: entre 65 y 74 años.
  • Ancianos mayores: entre 75 y 80 años.
  • Ancianos viejos: mayores de 80 años.

Cada subgrupo tiene necesidades nutricionales diferentes, y es fundamental revisar el estado de salud de nuestros mayores constantemente para adecuar la dieta y las actividades a sus necesidades.

 

Cambios del sistema digestivo: la base de la nutrición

Durante la vejez, se va produciendo una disminución de la cantidad y la calidad de las secreciones del aparato digestivo, que entorpecen la digestión y favorecen una peor absorción de nutrientes.

Esto, al final, desemboca en un aprovechamiento mucho menor de la mayoría de los nutrientes.

También podemos encontrar otras consecuencias como estreñimiento o el cambio en las papilas gustativas, que hacen que los ancianos sientan menos ganas de comer, ya que no disfrutan tanto los alimentos. El deterioro de los dientes y la disminución de la producción de saliva no hacen sino empobrecer más su dieta.

Sin embargo, ¡tenemos buenas noticias! A día de hoy, somos capaces de encontrar una variedad mucho más amplia y variada de alimentos que pueden sustituir a los más tradicionales, logrando una dieta que satisfaga las necesidades digestivas y de sabor del comensal más exigente.

 

Aspectos nutricionales de una buena dieta

Mucho antes de pensar en los platos que vamos a servir a lo largo de la semana a nuestros mayores, debemos pensar en cuáles son los aspectos nutricionales más importantes asociados a la vejez y cómo podemos definir las necesidades del anciano:

  • Necesidades energéticas: estas necesidades van disminuyendo a lo largo de la vida, pero una buena dieta diaria no puede tener un valor calórico inferior a 1.500 kcal. Los alimentos, además, deben proporcionar una alta densidad nutricional.
  • Hidratos de carbono: priorizando los complejos, como las legumbres o cereales, deben suponer alrededor de la mitad de la dieta.
  • Proteínas: los ancianos tienen necesidades de proteínas similares al resto de la población adulta, es decir, entre el 10 y el 15% de las calorías totales de la dieta. Sin embargo, hay que tener especial cuidado si el anciano sufre de alteraciones en el hígado o los riñones, ya que hay que reducir la ingesta.
  • Grasas: igual que en el resto de la población, debemos fomentar el consumo de grasas saludables, y de calidad, como por ejemplo, el omega-3. También se recomiendan las grasas monoinsaturadas, y deberíamos limitar los ácidos grasos saturados y trans.
  • Vitaminas: puesto que en las personas mayores es común encontrar déficits de vitaminas, ya sea por una mala absorción de nutrientes o por la acción de ciertos fármacos, es importante realizar un seguimiento de las necesidades de las mismas. Lo más común es que existan déficits de vitaminas C y D, y vitaminas del grupo B.
  • Minerales: se tratan igual que la población adulta, pero prestando especial atención al calcio, hierro y zinc.
  • Fibra: importante para los problemas digestivos que comentábamos en el punto anterior. Lo ideal es equilibrar entre fibras solubles e insolubles, y combinar su ingesta con una buena hidratación durante el día.
  • Agua: en muchas ocasiones, las personas mayores suelen sufrir un mayor riesgo de deshidratación. Por ello, es muy importante mantener un aporte hídrico de, al menos, 1.5L de agua al día, y siempre recordárselo, ya que con la edad se altera el mecanismo que regula la sed y muchas veces, nuestros mayores se olvidan de beber agua.

 

Alimentos ideales para ancianos

Una vez aclaradas las necesidades de un anciano “promedio”, y qué debemos tener en cuenta para suplir todos sus requerimientos alimentarios, vamos a ver qué es lo que nos recomiendan tomar en cada grupo de alimentos.

  • Proteínas:
    • Carne, pescado y aves.
    • Leche, queso y yogur.
    • Huevos.
    • Productos elaborados con soja y tofu.
  • Hidratos de carbono:
    • Verduras que contengan almidón, como las patatas o el calabacín.
    • Granos enteros, como el arroz integral.
    • Cereales.
    • Pan, a excepción del pan blanco.
    • Pasta.
  • Grasas:
    • Aceite de oliva, si puede ser virgen extra, mejor.
    • Aguacate.
    • Frutos secos, especialmente si son ricos en omega-3, como las nueces, y semillas, como la chía o el sésamo.
  • Fibra:
    • Avena y frutas.
    • Legumbres.
  • Vitaminas y minerales: pueden tomarse mediante alimentos como las frutas o mediante suplementos alimenticios.

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