Soledad en nuestros mayores

La soledad: el gran problema de nuestros mayores

Durante la vejez, se producen una serie de pérdidas que pueden conducir a nuestros mayores a un sentimiento poco deseado: la soledad. A día de hoy, constituye un gran enemigo del bienestar y la calidad de vida de las personas mayores.

Entre otras definiciones, podemos explicar la soledad como un convencimiento de estar excluido, generando una sensación de malestar debido a la incomprensión o al rechazo por parte del resto. Igualmente, posee un componente importante en la intimidad emocional.

Sin embargo, no debemos tomar la soledad como algo negativo siempre. Podemos dividir la soledad en dos tipos: la soledad objetiva, que hace referencia a la falta de compañía; y la soledad subjetiva, la que padecen las personas que se sienten solas, tengan o no compañía.

 

El síndrome de la soledad

Podemos definir el síndrome de la soledad como un estado psicológico que se produce a raíz de pérdidas que consideramos un soporte, una disminución de actividades por nuestra parte en la sociedad y una enorme sensación de fracaso en la vida.

A nivel físico, la soledad puede causar interrupciones del sueño, aumento de la presión arterial, aumento matutino del cortisol, aumentar el número de enfermedades coronarias y vasculares e incluso alterar las células del sistema inmunitario.

A nivel psicológico, la soledad desemboca en problemas de hostilidad, resentimiento, tristeza, ansiedad y hasta depresión. También causa un mayor deterioro cognitivo y mental, un mayor riesgo a sufrir adicción y un aumento de pensamientos tóxicos, en gran parte relacionados con el suicidio.

 

¿Qué causa la soledad?

Hay ciertas crisis que se asocian al envejecimiento, y que, posteriormente, dan lugar al favorecimiento de la aparición de la soledad en nuestros mayores:

  • Crisis de identidad: en ella, se viven un conjunto de pérdidas, donde la autoestima del anciano puede verse perjudicada.
  • Crisis de autonomía: a causa del deterioro físico adyacente al envejecimiento, las actividades de la vida diaria (AVD) se ven reducidas. Debido a este deterioro, los ancianos podrían empezar a sufrir depresión y a limitar sus vínculos sociales.
  • Crisis de pertenencia: normalmente generada a causa de la pérdida de roles y grupos que terminar por afectar a la vida social.

Experiencias de ruptura

Como añadido a estas posibles crisis, también podemos encontrar una serie de experiencias de ruptura, experiencias que se consideran realmente difíciles y que indican un alejamiento de la vida anterior. Estas experiencias pueden acarrear graves problemas emocionales.

  • Síndrome del nido vacío: el abandono del hogar por parte de un hijo es una experiencia problemática, puesto que no solo depende del abandono, sino también del incumplimiento por parte del hijo en ciertas situaciones (enfermedades, necesidades dependientes, etc). Este proceso puede terminar por originar sensaciones de indefensión y soledad en la persona mayor.
  • Relaciones familiares complicadas o pobres: no solo el tener problemas con la familia, sino igualmente el no tener una relación llena e intensa. La ausencia de este tipo de relaciones provoca, fundamentalmente, frustración.
  • Muerte de una pareja: tanto si es un cónyuge como si es una pareja que ha tenido en los últimos años, la viudedad suele ser el principal desencadenante de la soledad en ancianos. Esto puede dar pie a problemas emocionales y de gestión de las emociones y las relaciones.
  • Jubilación: se trata de un suceso muy importante en la vida, que, aunque signifique un aumento del tiempo libre, a veces, los mayores no saben cómo gestionar. La pérdida de poder adquisitivo asociada también supone una limitación a la hora de encontrar actividades o nuevos intereses. Esto puede desembocar en aislamiento social.

 

¿Cómo superar la soledad?

Aunque mucha parte de este proceso de superación se encuentra en manos de la persona mayor, lo cierto es que sus familiares, allegados y cuidadores pueden resultar un gran apoyo. Normalmente, la soledad suele prevenirse o superarse cuando se realizan actividades que son incompatibles con estos pensamientos, y más todavía si estas mismas actividades enriquecen la vida social y familiar del anciano.

Nosotros os dejamos con una serie de recursos que pueden ayudar:

  • Estímulos: cada persona puede recurrir a lo que más le interese para superar la soledad. Por ejemplo, encontramos la televisión o radio, las prácticas religiosas, la comunicación (telefónica o por carta, entre otras), los clubes o centros de día, las actividades turísticas y de ocio, o incluso las posteriores parejas.
  • Familia: los familiares, a un nivel avanzado de la vida, constituyen el principal soporte social de un anciano. A día de hoy, incluso se habla del “apadrinamiento de mayores”, con el fin de suplir ciertas carencias afectivas mediante familias o individuos voluntarios.
  • Amistades: el poder realizar actividades del interés de la persona mayor con amigos combate ferozmente el sentimiento de soledad. Igualmente, también se puede combinar ese círculo de amistades con actividades de voluntariado o nuevos hobbies.
  • Otros métodos: mediante una alimentación equilibrada, la actividad física, el control de la salud, y tratar de mejorar los hábitos de sueño, también es posible combatir la soledad.

Por nuestra parte, os recordamos que es importante que una persona mayor no adopte una vida sedentaria. ¿Quieres ponerte en contacto con nosotros?

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